dimarts, 4 d’agost del 2015

MAS PONE EL TURBO AL PROCESO





Por: David González
La Vanguardia 26/07/2015

Esta vez las urnas no serán de cartón. El president de la Generalitat, Artur Mas, decretará hoy la disolución del Parlament y la convocatoria de elecciones para el 27 de septiembre. Lo hará mediante un decreto ordinario para evitar toda posible tentación del Gobierno de impugnar la convocatoria, pero el respeto escrupuloso a la legalidad establecida no será óbice para que los partidos soberanistas catalanes y los que no lo son interpreten los resultados de esos comicios como un plebiscito no declarado sobre la independencia de Catalunya.

La campaña electoral arrancará a las cero horas del viernes 11 de septiembre, Diada Nacional de Catalunya, el mismo día que la ANC y Òmnium han vuelto a convocar una manifestación que nuevamente pretenden histórica en la Meridiana de Barcelona. Jamás desde 1980 se había dado el pistoletazo de salida de una campaña electoral en tan emblemática fecha, un signo más de que los tiempos están cambiando, como decía Bob Dylan, pero además sin remisión, como añadió Loquillo.

Es la segunda vez que el líder de CDC, que accedió al cargo en el 2010 -entonces lo era también de la hoy finiquitada federación de CiU-, convoca elecciones anticipadas. En el 2012, apenas dos años después de acceder a la presidencia, tras la primera de las gigantescas manifestaciones soberanistas del 11-S y el portazo de Mariano Rajoy a la propuesta de pacto fiscal con la que Mas se impuso en los comicios del 2010, el president llamó a las urnas para abrir la legislatura de la consulta, la que ahora acaba 2 años y ocho meses después. El proceso cogió ahí velocidad de crucero, aunque en las primeras anticipadas Mas no consiguió el objetivo de capitalizar en solitario el malestar por el trato del Gobierno a la diferencia catalana: bajó de 62 a 50 diputados y vio como la ERC de Oriol Junqueras se redimía de los tripartitos y volvía a colocarse, con 21 escaños, como fuerza determinante del escenario político.

¿Por qué Mas ha tocado otra vez la corneta de llamada a las urnas? La razón hay que buscarla en la negativa de Rajoy a aceptar un referéndum no vinculante sobre la relación Catalunya-España que el Parlament propuso y el Congreso rechazó por mayoría absolutísima, gesto que certificó lo lejos que queda Escocia de la Península en general y del palacio de la Moncloa en particular. Ante ese no, Mas ideó una no-consulta el 9 de noviembre del 2014, año del tricentenario de la rendición de Barcelona a las tropas borbónicas, en la que 1,8 millones de ciudadanos votaron sí-sí de los 2,3 millones que la secundaron. Y ahora, Mas, contra quien pesa una querella de la Fiscalía del Estado por aquel "proceso participativo" del 9-N en el que no se rompió ni un mal plato, vuelve a intentar la cuadratura del círculo con unas plebiscitarias legalmente inexistentes -de ahí la convocatoria del 27S mediante un decreto al uso- pero políticamente evidentes. Eso sí, con todos los colegios electorales abiertos (el 9-N sólo abrieron el 25%) y con urnas de metacrilato.

La posibilidad de renunciar a la convocatoria o incluso diferirla para hacerla coincidir con la de las elecciones generales de fin de año -justo lo contrario de lo que en algunos momentos ha llegado a pasar por la cabeza de Rajoy: convocar las "suyas" al mismo tiempo que las de Mas- ha estado encima de la mesa del president durante bastante tiempo pese al acuerdo del 15 de enero con ERC y las entidades soberanistas. Pero la marcha atrás quedó del¿todo descartada con el acuerdo de la lista conjunta soberanista pactada por CDC, ERC y las entidades soberanistas que ha cristalizado en la inédita candidatura transversal Junts pel Sí (a la independencia). La lidera el "comunista" Romeva -Rajoy dixit- y se da la particularidad que Mas -candidato a la presidencia- y Junqueras van en cuarto y quinto lugar.

El "artefacto" rompe la lógica de partidos, reforzando así el mensaje del carácter plebiscitario de los comicios y, detalle no menos relevante, vuelve a poner en primer plano de la contienda el llamado eje nacional pero con un marcado acento social: Mas es el único candidato que no es de izquierdas entre los cinco primeros. Sobre el papel, la jugada de CDC, ERC y las entidades reduce las hasta hace poco muy altas expectativas de la confluencia de izquierdas, la lista Catalunya Sí que es Pot. que apuesta por centrar el 27S en el eje izquierda-derecha intentando rentabilizar electoralmente los efectos aún muy severos de la crisis para amplias capas de la población.

Aunque la CUP ha seguido su propio camino y comparte el objetivo, el mensaje de sus promotores es diáfano: votar esa lista significa votar sí, y esos son los sís que más se contarán el 28-S. Si la lista de Mas, Junqueras y las entidades necesita en demasía la CUP para alcanzar la mayoría absoluta, el Gobierno y Europa leerán el resultado como un nuevo "fracaso" del president. Por contra, si los soberanistas consiguen la mayoría absoluta, el Parlament oficializará al día siguiente el inicio del un período de 18 meses que desembocará en unas elecciones constituyentes en el 2016 donde se someterá a votación la "Constitución" de Catalunya.



Nadie sabe qué sucederá a partir del 28-S. El resultado de las elecciones generales, que se celebrarán a finales de año, podría dar un giro a la estrategia ofensiva-defensiva que el Gobierno y los poderes del Estado han dado a la cuestión catalana, lo que, en buena lógica, podría obligar a los actores catalanes a redefinir su estrategia. Todo es muy incierto. Pero está claro que nada volverá a ser igual y que, tras seis meses de proceso prácticamente varado en las trifulcas del soberanismo, Mas ha vuelto a poner proa a Ítaca en modo "turbo". Decía Descartes en el siglo XVII que cuando uno se pierde en un bosque la peor salida es siempre volver atrás sobre los propios pasos.

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